Fundación de Iniciativas Económica, Sociales y Políticas de Aragón

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viernes, 24 de diciembre de 2010

SÍ EXISTE UNA POLÍTICA ECONÓMICA PROGRESISTA

CÉSAR CIRIANO

Suele afirmarse que en los países occidentales, en las actuales democracias de masas donde existe un gran partido socialdemócrata y otro conservador, hoy en día no existen apenas diferencias entre las políticas económicas de unos partidos y de otros, y que únicamente éstos se diferencian en cuestiones de matiz, sobre algunos aspectos de las políticas sociales, territoriales o sobre libertades públicas.

Sin embargo, ésta es una opinión interesada, que los partidos progresistas que se encuentran hoy al frente de los distintos gobiernos en Europa y en EEUU deben ser capaces de desvirtuar, frente a la ideología neoliberal que se ha impuesto en todo el mundo en los últimos años, como una especie de pensamiento único, que en reuniones como la reciente Cumbre de Seúl del G-20 se ha dejado notar especialmente.

Para poder demostrar que sí existe alternativa, es fundamental que los progresistas a ambos lados del Atlántico tengamos en cuenta el importante papel que debe desempeñar el Estado y la idea de “lo público”, como instrumento regulador de los mercados y como distribuidor de los recursos públicos, para conseguir reducir las desigualdades sociales e instaurar una situación real y efectiva de igualdad de oportunidades entre los ciudadanos más pudientes y los más humildes.

En mi opinión, sí que existe y debe existir diferencia entre las políticas económicas neoliberales y las progresistas, y sí existe una alternativa al neoconservadurismo actual.

Esta alternativa, a mi juicio, debe fundamentarse en los siguientes principios: el primero, que en la actual época de crisis, es un momento oportuno y necesario para que se refuercen los instrumentos nacionales e internacionales de regulación y supervisión sobre los mercados, y en especial sobre los financieros, de modo que se garantice que en futuras crisis económicas mundiales, estos mecanismos sean capaces, de modo inmediato, de prevenir y de controlar estas crisis, sin necesidad de acudir al esfuerzo de contribuyente.

La instauración de tasas como la Tobin o la Stiglitz es absolutamente necesaria, y también la creación de nuevos organismos internacionales de regulación, derogando y sustituyendo el sistema del FMI, Banco Mundial y otros organismos que han quedado totalmente obsoletos en la actual situación de nuevo equilibrio mundial.

El segundo principio es el de la necesidad de conseguir la justicia social y el equilibrio territorial y ambiental en el mundo, de modo que en los países occidentales no debe admitirse ni un solo recorte en políticas sociales ni en inversión en infraestructuras ambientalmente sostenibles , y al mismo tiempo en los países menos desarrollados, es preciso aumentar de modo notable la cooperación al desarrollo, con un control efectivo para evitar la corrupción en la distribución de las ayudas.

Los progresistas en todo el mundo debemos estar orgullosos de “lo público” y del papel del Estado en la economía y en la sociedad, pero para ello es preciso una reforma y una reinvención profunda de los Gobiernos y de las Administraciones, para conseguir una reducción de trámites burocráticos, una mayor coordinación y una eficiencia de nuestros sistemas públicos.

Sólo de este modo se demostrará que lo público es válido y que no es necesariamente contrario al sector privado (como pretenden hacernos creer los neoconservadores –cuando ellos son los primeros en apoyar las ayudas, como ha sucedido en el sector financiero, o en el militar o en el agrario, como bien ha dicho siempre J.K. Galbraith-), que debe convivir en un régimen de interdependencia y de cooperación, con unos Gobiernos eficientes y transparentes, con unos mecanismos de control efectivos que eviten la corrupción.

Está en nuestras manos defender este modelo progresista alternativo, pero ello se demuestra no sólo con ideas, sino también con hechos, y es la hora de elaborar y poner en práctica una política económica progresista que sirva de contrapeso al neoliberalismo hoy imperante.

GOBIERNOS EFICIENTES COMO SOLUCIÓN A LA CRISIS

CÉSAR CIRIANO VELA

Los distintos Gobiernos europeos están adoptando en los últimos días y semanas medidas para hacer frente a la crisis de confianza que los mercados de adquisición de deuda pública han mostrado hacia los países con unas cuentas públicas y con unos sistemas financieros menos saneados.

En mi opinión, a pesar de lo mucho que se habla en los últimos días, el sistema financiero y las cuentas públicas se encuentran en España en una situación mejor de lo que interesadamente se intenta hacernos creer.

Dicho esto, sin embargo, la solución a la situación actual no es la reacción “cortoplacista” que están adoptando los distintos Gobiernos y las instituciones de la Unión Europea, con un recorte de los gastos sociales y las inversiones en infraestructuras y una subida de impuestos que, a corto plazo “calman” a los mercados, pero éstos, con su voracidad, enseguida “engullen” los miles de millones que los Estados ahorran de este modo, y vuelven de nuevo con sus exigencias.

Esta crisis actual es muy diferente de las anteriores (no existían las llamadas “economías emergentes” y los mercados eran nacionales) y, por ello, las soluciones a ella deben ser también distintas y es precisa una auténtica “reinvención de los Gobiernos” y un cambio radical y profundo en las formas de gestión pública en este siglo XXI.

Es preciso adoptar dos medidas: la primera, conseguir una mayor eficiencia de las Administraciones, con una reducción y simplificación radical de los trámites burocráticos actuales (que causan a los ciudadanos y a las empresas una pérdida en tiempo y en otros costes de muchas decenas de miles de euros al año) y con una mayor coordinación administrativa y una reducción drástica de los órganos administrativos, muchas veces duplicados y triplicados (con una supresión de las Diputaciones Provinciales, de las Comarcas y una reducción en España del número de municipios de 8.000 actuales a 1.000 ó 2.000 –en Aragón, de 700 a 100-150-), aumentando sin embargo las competencias y los medios financieros de los entes locales que queden, al ser la Administración más cercana al ciudadano, frente a las “mastodónticas” y muchas veces ineficientes Comunidades Autónomas. Y con un reforzamiento notable de los instrumentos de control, con las Cámaras de Cuentas y los Parlamentos como elementos esenciales.

Con esta mayor eficiencia pública se ahorraría entre un 10 y un 20% del gasto público (entre costes directos e indirectos), que serviría para mantener e incluso incrementar el gasto social (las desigualdades sociales se han incrementado con la crisis –lo cual es algo inmoral-) y también para estimular la inversión en infraestructuras tan necesarias en ciertos ámbitos.

Y la segunda solución es a mi juicio el reforzamiento del papel del Estado (y de la Unión Europea) como regulador del mercado, pues esta crisis se ha producido por un estrepitoso fallo en la regulación de los mercados financieros, a quienes los Estados y las instituciones internacionales deberían controlar mucho más (con tasas como la Tobin o la Stiglitz) y la imposición de sanciones drásticas a los directivos que cometan negligencias, con la aplicación de códigos de buen gobierno en las entidades financieras, con sanción radical para quien los incumpla.

Debemos apostar por la economía productiva y no por la especulativa, y los mercados están al servicio del interés general en una economía social de mercado como la que existe hoy en el mundo, y no el interés general al servicio de los mercados, como da la impresión que sucede últimamente.

Debe reforzarse el papel del Estado, de “lo público”, en tiempos de crisis, pero desde otra perspectiva muy diferente a la que en muchos ámbitos se está adoptando hoy en muchos gobiernos y Administraciones europeos y españoles.

martes, 1 de junio de 2010

EN TIEMPOS DE ADVERSIDAD, YO SOY OPTIMISTA

César Ciriano Vela
Presidente de Fundiniciativas. Abogado.

Cuando el Presidente Obama pronunció su histórico discurso en la Convención Demócrata de Boston en 2004, para arropar al candidato John Kerry, afirmó que Estados Unidos y el mundo tienen hoy solución, pero son necesarias soluciones valientes y decididas, y en la Convención que le eligió candidato, en agosto de 2008 en Denver, volvió a repetir las mismas palabras.

El lema obamiano era Hope is not Blind Optimism, que viene a significar en castellano “tener esperanza no significa ser ingenuo”.

Esta máxima considero que es la que debe guiar en el mundo a todos los gobiernos y a todos los ciudadanos en su acción cotidiana y en todos los planes que se pongan en marcha contra la actual crisis: debemos ser optimistas, pero al mismo tiempo realistas y pisar sobre terreno firme.

Por eso, aunque la situación es la que es (y con los acontecimientos tan drásticos de las últimas semanas), y los datos económicos lo están confirmando todos los días, debemos afrontar la crisis con valentía y con la convicción de que sólo una actitud positiva nos hará salir antes de ella, porque existe una base muy sólida para ello: en educación, en preparación de nuestros jóvenes, en experiencia económica y empresarial, y tantos otros valores positivos que tenemos.

En los momentos de dificultad es precisamente cuando debe aprovecharse para acometer las reformas en el sistema que refuercen sus puntos débiles, de modo que aprendamos de los errores pasados.

Para afrontar la actual situación con optimismo realista, podríamos recordar aquellas épocas de nuestra infancia donde, con muchos menos recursos y bienes materiales que los actuales, éramos felices con cualquier cosa: con una partida de cartas o de chavos, o una vuelta en bicicleta, o con un sencillo partido de futbito o de baloncesto, o con una mirada y una sonrisa recíproca cómplice a la chica o el chico que nos gustaba.

O, también, si observamos la actitud ante la vida de otros pueblos menos desarrollados que nosotros, a quienes no les afecta tanto actual crisis, pues se han acostumbrado a vivir con mucho menos, y por tanto ahora no tienen tanto que perder. Por eso en países como La India la gente no pierde nunca la sonrisa, pues no tienen que pensar en hipotecas, en vacaciones a lugares exóticos, en marcas de ropa, y en tantas otras recientes costumbres prescindibles de nosotros occidentales.

Igualmente nos puede servir como ejemplo de valentía la actitud de muchos de nuestros jóvenes, que practican deporte y tienen hábitos sanos, y sacrifican su tiempo de ocio para poder prepararse bien para el futuro, y para legar a nuestros hijos un mundo más saludable y con un entorno más cuidado.

Es tiempo de olvidar los lenguajes caducos de algunos mítines políticos, que incitan a la confrontación en lugar de a la tolerancia, y de contemplar el futuro con realismo, pero con el optimismo que es innato en el ser humano. Con las ganas de recuperar el impulso vital que todos llevamos dentro de nosotros, y de sacar a la luz los valores más hermosos del ser humano: la solidaridad, el amor, la creatividad y la valentía, la cooperación entre pueblos y entre individuos, la lealtad, el trabajo y el esfuerzo.

En España debemos hacer nuestro el lema de la Convención de Boston y ponerlo en práctica, como lo está haciendo ya el Presidente Obama desde que asumió su cargo en enero: porque soy realista, soy también optimista.

Gabriel Martínez, socio de Fundiniciativas

Aquí os ponemos el vídeo de Gabriel Matínez Cebolla, socio de Fundiniciativas, recogiendo el Primer Premio Nacional a la Innovación Educativa de la convocatoria de 2007, por el proyecto "Sin ti, ¿qué hacemos?", desarrollado en el IES Mar de Castilla de Sacedón, y en el que se encargó de coordinar el proyecto

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