Fundación de Iniciativas Económica, Sociales y Políticas de Aragón

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viernes, 24 de diciembre de 2010

GOBIERNOS EFICIENTES COMO SOLUCIÓN A LA CRISIS

CÉSAR CIRIANO VELA

Los distintos Gobiernos europeos están adoptando en los últimos días y semanas medidas para hacer frente a la crisis de confianza que los mercados de adquisición de deuda pública han mostrado hacia los países con unas cuentas públicas y con unos sistemas financieros menos saneados.

En mi opinión, a pesar de lo mucho que se habla en los últimos días, el sistema financiero y las cuentas públicas se encuentran en España en una situación mejor de lo que interesadamente se intenta hacernos creer.

Dicho esto, sin embargo, la solución a la situación actual no es la reacción “cortoplacista” que están adoptando los distintos Gobiernos y las instituciones de la Unión Europea, con un recorte de los gastos sociales y las inversiones en infraestructuras y una subida de impuestos que, a corto plazo “calman” a los mercados, pero éstos, con su voracidad, enseguida “engullen” los miles de millones que los Estados ahorran de este modo, y vuelven de nuevo con sus exigencias.

Esta crisis actual es muy diferente de las anteriores (no existían las llamadas “economías emergentes” y los mercados eran nacionales) y, por ello, las soluciones a ella deben ser también distintas y es precisa una auténtica “reinvención de los Gobiernos” y un cambio radical y profundo en las formas de gestión pública en este siglo XXI.

Es preciso adoptar dos medidas: la primera, conseguir una mayor eficiencia de las Administraciones, con una reducción y simplificación radical de los trámites burocráticos actuales (que causan a los ciudadanos y a las empresas una pérdida en tiempo y en otros costes de muchas decenas de miles de euros al año) y con una mayor coordinación administrativa y una reducción drástica de los órganos administrativos, muchas veces duplicados y triplicados (con una supresión de las Diputaciones Provinciales, de las Comarcas y una reducción en España del número de municipios de 8.000 actuales a 1.000 ó 2.000 –en Aragón, de 700 a 100-150-), aumentando sin embargo las competencias y los medios financieros de los entes locales que queden, al ser la Administración más cercana al ciudadano, frente a las “mastodónticas” y muchas veces ineficientes Comunidades Autónomas. Y con un reforzamiento notable de los instrumentos de control, con las Cámaras de Cuentas y los Parlamentos como elementos esenciales.

Con esta mayor eficiencia pública se ahorraría entre un 10 y un 20% del gasto público (entre costes directos e indirectos), que serviría para mantener e incluso incrementar el gasto social (las desigualdades sociales se han incrementado con la crisis –lo cual es algo inmoral-) y también para estimular la inversión en infraestructuras tan necesarias en ciertos ámbitos.

Y la segunda solución es a mi juicio el reforzamiento del papel del Estado (y de la Unión Europea) como regulador del mercado, pues esta crisis se ha producido por un estrepitoso fallo en la regulación de los mercados financieros, a quienes los Estados y las instituciones internacionales deberían controlar mucho más (con tasas como la Tobin o la Stiglitz) y la imposición de sanciones drásticas a los directivos que cometan negligencias, con la aplicación de códigos de buen gobierno en las entidades financieras, con sanción radical para quien los incumpla.

Debemos apostar por la economía productiva y no por la especulativa, y los mercados están al servicio del interés general en una economía social de mercado como la que existe hoy en el mundo, y no el interés general al servicio de los mercados, como da la impresión que sucede últimamente.

Debe reforzarse el papel del Estado, de “lo público”, en tiempos de crisis, pero desde otra perspectiva muy diferente a la que en muchos ámbitos se está adoptando hoy en muchos gobiernos y Administraciones europeos y españoles.

martes, 1 de junio de 2010

EN TIEMPOS DE ADVERSIDAD, YO SOY OPTIMISTA

César Ciriano Vela
Presidente de Fundiniciativas. Abogado.

Cuando el Presidente Obama pronunció su histórico discurso en la Convención Demócrata de Boston en 2004, para arropar al candidato John Kerry, afirmó que Estados Unidos y el mundo tienen hoy solución, pero son necesarias soluciones valientes y decididas, y en la Convención que le eligió candidato, en agosto de 2008 en Denver, volvió a repetir las mismas palabras.

El lema obamiano era Hope is not Blind Optimism, que viene a significar en castellano “tener esperanza no significa ser ingenuo”.

Esta máxima considero que es la que debe guiar en el mundo a todos los gobiernos y a todos los ciudadanos en su acción cotidiana y en todos los planes que se pongan en marcha contra la actual crisis: debemos ser optimistas, pero al mismo tiempo realistas y pisar sobre terreno firme.

Por eso, aunque la situación es la que es (y con los acontecimientos tan drásticos de las últimas semanas), y los datos económicos lo están confirmando todos los días, debemos afrontar la crisis con valentía y con la convicción de que sólo una actitud positiva nos hará salir antes de ella, porque existe una base muy sólida para ello: en educación, en preparación de nuestros jóvenes, en experiencia económica y empresarial, y tantos otros valores positivos que tenemos.

En los momentos de dificultad es precisamente cuando debe aprovecharse para acometer las reformas en el sistema que refuercen sus puntos débiles, de modo que aprendamos de los errores pasados.

Para afrontar la actual situación con optimismo realista, podríamos recordar aquellas épocas de nuestra infancia donde, con muchos menos recursos y bienes materiales que los actuales, éramos felices con cualquier cosa: con una partida de cartas o de chavos, o una vuelta en bicicleta, o con un sencillo partido de futbito o de baloncesto, o con una mirada y una sonrisa recíproca cómplice a la chica o el chico que nos gustaba.

O, también, si observamos la actitud ante la vida de otros pueblos menos desarrollados que nosotros, a quienes no les afecta tanto actual crisis, pues se han acostumbrado a vivir con mucho menos, y por tanto ahora no tienen tanto que perder. Por eso en países como La India la gente no pierde nunca la sonrisa, pues no tienen que pensar en hipotecas, en vacaciones a lugares exóticos, en marcas de ropa, y en tantas otras recientes costumbres prescindibles de nosotros occidentales.

Igualmente nos puede servir como ejemplo de valentía la actitud de muchos de nuestros jóvenes, que practican deporte y tienen hábitos sanos, y sacrifican su tiempo de ocio para poder prepararse bien para el futuro, y para legar a nuestros hijos un mundo más saludable y con un entorno más cuidado.

Es tiempo de olvidar los lenguajes caducos de algunos mítines políticos, que incitan a la confrontación en lugar de a la tolerancia, y de contemplar el futuro con realismo, pero con el optimismo que es innato en el ser humano. Con las ganas de recuperar el impulso vital que todos llevamos dentro de nosotros, y de sacar a la luz los valores más hermosos del ser humano: la solidaridad, el amor, la creatividad y la valentía, la cooperación entre pueblos y entre individuos, la lealtad, el trabajo y el esfuerzo.

En España debemos hacer nuestro el lema de la Convención de Boston y ponerlo en práctica, como lo está haciendo ya el Presidente Obama desde que asumió su cargo en enero: porque soy realista, soy también optimista.

PARA SALIR DE LA CRISIS, REINVENTEMOS LOS GOBIERNOS

Se suele afirmar en la vida que en los momentos de crisis y de dificultad es cuando se demuestra la capacidad de reacción y la valentía de las personas, y también cuando se emprenden los cambios y las transformaciones más importantes. En las últimas semanas se están adoptando medidas económicas muy drásticas, con unos recortes que afectan a las capas sociales más débiles y a las clases medias, que son la base social del actual Gobierno, pero que no son la solución a la gravísima situación a la que nos enfrentamos, pues el problema de fondo que tenemos es que contamos con un sistema en general ineficiente y que necesita unas reformas radicales y drásticas. Pero los más débiles no son quienes deben ser quienes paguen la crisis.

Como alternativa a esa forma de actuar, si queremos seguir contando con Gobiernos que se ocupen de la prestación de los servicios esenciales (educación, sanidad, servicios sociales, construcción de infraestructuras…), y mantener a la vez nuestro modelo social europeo, debemos reinventar nuestros Gobiernos, haciéndolos más eficientes y productivos, con una valoración social mucho mayor de la función pública (pues debemos recordar que a la Administración se llega por oposición y que existen muchos funcionarios eficientes y con una gran preparación).

En Estados Unidos se habla desde hace décadas de la reinvención de los Gobiernos (véase la conocida obra, con este mismo título, de Ted Gaebler y David Osborne, que ha influido en las Administraciones norteamericanas de las dos últimas décadas).

En España, salvando las distancias con Norteamérica, en los últimos 30 años la Administración ha crecido notablemente, y hemos pasado de ser el país europeo con menos intervención estatal a ser hoy uno de los Estados con más burocracia.

Este hecho supone, en términos económicos, un coste que es difícilmente asumible en una situación actual de dificultad económica, y que para la competitividad de nuestra economía, es un lastre que es preciso corregir.

Otros países, como algunas de las llamadas naciones emergentes, cuentan con burocracias en general más ágiles que la nuestra y, por este motivo, están mucho más preparados para competir en la economía globalizada actual, basada en las nuevas tecnologías y en los nuevos sectores emergentes, como las energías renovables, los servicios sociales y otros de alto valor añadido.

Aragón y España deben ser conscientes de este impresionante reto de reforma administrativa que tenemos por delante, porque una Administración lenta y demasiado intervencionista es un obstáculo para el desarrollo.

Por el contrario, un Gobierno y una Administración eficientes son una garantía de impulso para la economía y para la sociedad, pues no podemos afrontar los grandes retos que tenemos en este siglo XXI con un aparato burocrático propio en muchos casos del siglo XIX.

Existen muchos ejemplos de Administraciones eficaces y de servicios que sí se están adaptando muy bien a estos nuevos retos, porque debemos decir con claridad que lo público es necesario para el correcto funcionamiento de nuestro sistema, y para que los valores europeos de la democracia social que ya instauramos en el viejo continente a partir de 1945 continúen teniendo pleno vigor.

El reto que tenemos por delante es enorme, pero por este mismo motivo, todos los Gobiernos sin excepción deben tener la valentía y la capacidad de decisión suficiente para emprender una auténtica reinvención y reestructuración, y aprovechar el talento y la preparación de muchos de sus funcionarios, que están esperando que los responsables políticos actúen como ejemplo y revulsivo de una situación que debe cambiar de inmediato, para tener el Gobierno moderno del siglo XXI que nos merecemos.

Gabriel Martínez, socio de Fundiniciativas

Aquí os ponemos el vídeo de Gabriel Matínez Cebolla, socio de Fundiniciativas, recogiendo el Primer Premio Nacional a la Innovación Educativa de la convocatoria de 2007, por el proyecto "Sin ti, ¿qué hacemos?", desarrollado en el IES Mar de Castilla de Sacedón, y en el que se encargó de coordinar el proyecto

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